O pueblo de Israel, Dios me ordenó enseñarles todo lo que el me había dicho. Y hoy les he dado todos estos mandamientos, leyes y enseñanzas. Ahora pónganlos en práctica en el país que van a entrar. Todos los días de tu vida, tú y tus hijos y tus nietos deben honrar a Dios y guardar estos mandamientos. Y así vivirán muchos años.
Escucha bien, O Israel, y obedece, para que te vaya bien. Así tendrían muchos hijos en la tierra donde la leche y la miel corre como el agua, tal como Dios les prometió.
Oye, Israel. Jehová, nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Grábate en la mente todas estas cosas que hoy te he dicho. También enséñaselas constantemente a tus hijos. Háblales de ellas cuando te levantes y cuando te acuestes. Háblales tanto en tu casa como andando por el camino. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como recuerdos. Escríbelos también en los portones y las puertas de tu casa. Y cuando Dios te lleve a la tierra prometida, una tierra llena de cosas buenas, ten cuidado de no olvidar al Señor quien te salvó.