Un día de descanso Jesús entró en la casa de oración y empezó a enseñar. Estaba allí un hombre que tenía seca su mano derecha. Los líderes religiosos estaban viendo con mucho interés lo que hacía Jesús para ver si iba a curar al enfermo en el día de descanso porque querían tener algo con que acusarlo. Le preguntaron: “¿Está contra la ley curar a un hombre en el día de descanso?”
Pero Jesús conocía sus pensamientos y habló al hombre con la mano seca: “Ponte en pie y pase aquí al centro.”
Entonces el hombre vino y se puso en medio de ellos. Entonces Jesús les dijo: “Les haré una pregunta: ¿permite la ley hacer el bien o hacer el mal en el día de descanso? ¿se permite salvar la vida o destruirla?”
Pero ellos guardaron silencio y no dijeron nada.
Jesús preguntó: “Si alguno de ustedes sólo tuviera una oveja y si algún día de descanso se cayera esta oveja en algún barranco, ¿no la sacaría a pura fuerza? Ahora bien, un hombre es mucho más importante que una oveja. Entonces uno puede darse cuenta que está de acuerdo a la ley hacer el bien el día de descanso.”
Entonces Jesús estaba tan apenado de ver que tenían tan duros sus corazones que los miró con enojo a todos ellos y dijo al hombre: “Estreche su mano.”
Entonces el hombre extendió su mano y la mano estaba hecha tan sana como la otra. Entonces los que estaban allí estaban furiosos. Los fariseos se fueron inmediatamente y empezaron a armar un complot contra Jesús. Estaban hablando de cómo podían tratar con Jesús y destruirlo.