Jesús dijo a sus discípulos que pronto él iba a irse. Les dijo que ellos no podrían ir a donde él iba. Entonces Simón Pedro le preguntó a Jesús, “Señor, ¿porqué no puedo ir contigo? Yo daría mi vida por ti.”
Pero Jesús le dijo, “¿Es cierto que darías tu vida por mi? Te digo la verdad, me negarás tres veces antes que cante el gallo.”
Durante la noche los soldados judíos arrestaron a Jesús y lo llevaron para ser juzgado.
Simón Pedro y otro discípulo los seguían. El otro discípulo entró al patio del sumo sacerdote, pero Pedro tenía que esperar afuera. Pronto el otro discípulo regresó y habló a la portera para que Pedro también entrara. Entonces la portera le preguntó a Pedro, “¿Será que tú también eres uno de los seguidores de este hombre?”
Pedro contestó, “No lo soy.”
Luego, alguien le dijo, “¿No eres tú uno de los seguidores de él?”
Otra vez, Pedro contestó, “No lo soy.”
Pero un sirviente del sumo sacerdote estaba allí. Él era el primo del soldado a quien Pedro había cortado la oreja. Entonces él le preguntó “¿No te vi en el huerto con él?”
Pero Pedro negó otra vez a Jesús. En ese mismo momento, el gallo empezó a cantar. Y Pedro recordó que Jesús le había dicho, “Me negarás tres veces antes que cante el gallo.” Y Pedro salió y lloró amargamente.
Después de la crucifixión y la resurrección de Jesús, él apareció a sus discípulos varias veces. En cierta ocasión Jesús les había dado una pesca milagrosa. Luego les es invitó a desayunar.
Después del desayuno, Jesús preguntó a Simón Pedro, “Simón, ¿me amas más que estos?”
Pedro respondió, “Si, Señor, tú sabes que te quiero.”
Jesús le dijo, “Alimenta a mis corderos.” Jesús volvió a preguntarle, “Simón, ¿me amas?”
Pedro respondió, “Si, Señor, tú sabes que te quiero.”
Jesús le dijo, “Cuida de mis ovejas.” Por tercera vez Jesús le preguntó, “Simón, ¿me quieres?”
Pedro se puso muy triste porque le había preguntado por tercera vez. Respondió, “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero.”
Jesús le dijo, “Alimenta a mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, podías hacer lo que te parecía, e ir a donde querías. Pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otros te vestirán y te llevarán a donde no quieras ir.” Jesús se refería a cómo Pedro iba a morir y de esa manera glorificar a Dios. Después Jesús le dijo, “Sígueme.”
Pedro se volvió y vio el discípulo que Jesús amaba. Entonces le preguntó a Jesús, “¿Y qué de este, Señor?”
Jesús le contestó, “Si yo quiero que él viva hasta que yo regrese, ¿qué te importa a ti? Tú, sígueme.” Por eso, entre los seguidores de Jesús, corrió el rumor de que este discípulo no iba a morir. Pero Jesús no dijo nada acerca de eso.