Entonces Satanás entró en Judas Iscariote, uno de los doce discípulos. Y Judas fue a ver a los líderes religiosos y les preguntó, “¿Cuánto me pagarán si yo les entrego a Jesús?” Y los jefes se alegraron al oír esto, y le pagaron treinta monedas de plata. Desde entonces Judas buscó una oportunidad para entregar a Jesús.
Llegó el día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de Pascua. Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan diciendo, “Vayan y preparen la cena de Pascua.”
Ellos le preguntaron, “¿Dónde quieres que la preparemos?”
Jesús les respondió, “Cuando entren a la ciudad, encontrarán a un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, y digan al dueño de la casa: ‘El Maestro pregunta: ¿Dónde está el cuarto donde puedo comer con mis discípulos la cena de Pascua?’ El dueño les mostrará una sala grande y arreglada en el piso superior. Preparen allí todo lo necesario.” Pedro y Juan fueron y encontraron todo tal como Jesús les había dicho. Entonces allí prepararon la cena de Pascua.
Cuando llegó la hora, Jesús y sus discípulos se sentaron a la mesa. Mientras comían, Jesús dijo, “Uno de ustedes me va a traicionar.”
Los discípulos se pusieron muy tristes y comenzó cada uno a preguntarle, “¿Soy yo, Señor?”
Jesús respondió, “Él que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a traicionar. Pues yo tengo que morir como dicen las Escrituras. Pero ¡Ay de aquel que me traiciona! Hubiera sido mejor para él no haber nacido.”
Judas, el que lo iba a entregar, también le preguntó, “Maestro, ¿Acaso soy yo?”
Jesús contestó, “Tú lo has dicho.”
Entonces Jesús dijo a sus discípulos, “¡Cuánto he querido celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de que yo sufra! Porque les digo que no celebraré más esta cena hasta que la celebramos en el reino de Dios.”
Y Jesús tomó la copa, él dio gracias a Dios y dijo, “Tomen esto y compártanlo entre ustedes. Porque les digo que no volveré a beber vino, hasta que llegue el reino de Dios.”
Después Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo, “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí.” De la misma manera, él tomó la copa diciendo, “Este vino es mi sangre derramada en favor de ustedes. Con ella, Dios hace un nuevo contrato con ustedes.”
Después, Jesús les enseñó a sus discípulos muchas cosas más sobre su ida.