Contaré

"Contaré todas tus maravillas."

-Salmo 9:1

La Decepción de Ananías y Safira

Hechos 4:32-37, 5:1-11

Todos los seguidores de Jesús estaban unidos en su manera de sentir y pensar. (tenían el mismo sentimiento y pensamiento) Ninguno decía que sus cosas fueron solamente suyas.  Pues lo compartían entre ellos.  Los apóstoles seguían dando con gran poder un testimonio de la resurrección del Señor Jesús.  Y Dios los seguía bendiciendo mucho a todos.  No les hacía falta nada porque los que tenían terreno o casas los vendían.  Y entregaban el dinero a los apóstoles para repartir entre todos de acuerdo a las necesidades de cada uno. 

Esto también lo hizo un hombre a quien los apóstoles pusieron por nombre Bernabé que significa Hijo de Consolación.  Bernabé vendió un terreno y entregó todo el dinero a los apóstoles para repartirlo con los necesitados. 

Pero también había otro hombre llamado Ananías.  Junto con su esposa, vendió un terreno.  Este hombre, de acuerdo con su esposa, se quedó con parte del dinero para sí mismo.  Y La otra parte del dinero Ananías se la entregó a los apóstoles. 

Pero Pedro le dijo, “Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y quedarte con parte del dinero que recibió por el terreno?  ¿Acaso no era tuyo el terreno para hacer con el lo que quería?  Aún después de venderlo el dinero era tuyo.  ¿Por qué hiciste tal cosa?  No has mentido a  los hombres, sino a Dios.”

Al oír estas palabras, de repente Ananías cayó muerto.  Y todos los que oyeron lo que había pasado tenían mucho miedo.  Entonces algunos de los jóvenes presentes envolvieron el cuerpo,  se lo llevaron, y lo enterraron. 

Como tres horas más tarde, llego Safira, la esposa de Ananías.  Ella no sabía nada de lo que había pasado.

Pedro le preguntó, “Dime, ¿vendieron ustedes el terreno a este precio?”  Ella respondió, “Así es.  Ese fue  el precio.”

Entonces Pedro le dijo, “¿Por qué se pusieron de acuerdo para tratar de engañar al Espíritu del Señor?  Mira, ahí vienen a la puerta los que acaban de enterrar a tu esposo.  Y ellos mismos ahora te van a llevar también.”

En ese mismo instante ella cayó muerta a los pies de Pedro.  Entraron los jóvenes y vieron que ella también estaba muerta.  Entonces se la llevaron y la enterraron al lado de su esposo.

Y todos los que pertenecían a la iglesia, y todos los demás que se enteraron de eso tenían mucho miedo.