Los fariseos y los expertos en la ley judía vieron que todo tipo de pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. Ellos empezaron a murmurar diciendo, “este hombre es amigo de pecadores y hasta come con ellos.”
Entonces Jesús les dijo, “Si alguno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas, ¿cuál de ustedes no va a dejar las noventa y nueve en el campo para ira a buscar la oveja perdida? Y cuando la encuentra, se pone muy contento y la carga sobre sus hombros. Al llegar a la casa, él llama a sus amigos y les dice, ‘Alégrense conmigo. Ya encontré mi oveja perdida.’
“En la misma manera habrá más gozo en el cielo por un pecador que se vuelve a Dios que por noventa y nueve que no necesitan volverse a Él.”
“O si una mujer tiene diez monedas y pierde una, ¿no va a poner la luz y barrer la casa, buscándola muy cuidadosamente hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigos y les dice, ‘Alégrense conmigo. Ya encontré mi moneda perdida.’
“En la misma manera, hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se vuelve a Dios.”