Moisés subió a la montaña para hablar con Dios. Dios le dijo, “Ustedes han visto lo que hice a Egipto y les he traído a mí como sobre alas de águila. Si me obedecen y guardan este contrato serán mi pueblo santo.” Moisés regresó para contar todo esto a los israelitas. Ellos respondieron, “Haremos todo lo que Dios nos ha ordenado.”
Dios mandó a Moisés a preparar al pueblo. En el tercer día Dios bajaría al monte Sinaí y les hablaría. Cuando Moisés les dijo todo esto, los israelitas se prepararon. En el tercer día apareció una nube espesa sobre el monte. Vieron relámpagos, oyeron truenos, y el fuerte sonido de una trompeta hizo que todos en el campamento temblaran de miedo.
Moisés guió a los israelitas a su reunión con el Señor. Se pararon en frente de la montaña. El monte Sinaí estaba cubierto de humo del fuego del Señor. La montaña temblaba y el sonido de la trompeta creció. Moisés habló y Dios respondió.
Dios instruyó a Moisés a subir la montaña. Cuando Moisés estaba en la montaña, Dios le mandó no permitir a nadie más subir la montaña o moriría.
Dios habló, y dijo estas palabras, “Yo soy El Que Soy, tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud:
1. No tengas otros dioses aparte de mí.
2. No te hagas ídolos de ninguna clase.
3. No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios.
4. Acuérdate del día de reposo.
5. Honra a tu padre y a tu madre.
6. No mates.
7. No cometas adulterio.
8. No robes.
9. No digas mentiras.
10. No codicies lo que pertenece a otro.”
Cuando Dios terminó de hablar con Moisés, le entregó dos tablas donde Dios mismo había escrito la ley con su propio dedo.